martes, 15 de marzo de 2016

Filosofia tema 2 Conocimiento Ordinario

El Conocimiento Ordinario

     Ya hemos visto que cuando hablamos de conocimiento no nos estamos refiriendo, exclusivamente, a conocimiento científico. Las mujeres y los hombres de las culturas pre-científicas, pasadas y actuales, pero también, los hombres y mujeres de las sociedades industrial izadas, poseen una serie de conocimientos que son de gran utilidad en su adaptación al medio y que no proceden directamente de la ciencia. Aunque no seamos científicos, sabemos qué frutos y animales son comestibles, cómo se pueden cocinar o conservar, cómo tejer prendas de abrigo, cómo construir casas, en fin, todo aquello que es necesario para la vida y que consideramos de sentido común. Este tipo de saber es lo que llamamos conocimiento ordinario.

     Los antropólogos han puesto de relieve la importancia de este conocimiento como sostén de una forma de vida. Por esta razón, en este apartado empezaremos por una aproximación a una definición, para luego ver con mayor profundidad en qué consiste y cuáles son sus características. Para cerrar el apartado, veremos las repercusiones que tiene el conocimiento ordinario en las sociedades pre-científicas y científicas.


Aproximación a una Definición
     Este tipo de saber es una forma de conocimiento vinculada a nuestras actividades cotidianas y no algo que se aprenda en la escuela o en la universidad; por esta razón, existen varios modos de denominarlo: conocimiento vulgar u ordinario; sabiduría popular; experiencia o sentido común. todos ellos válidos. Bajo esos nombres agrupamos una gran variedad de creencias, ya que el conocimiento ordinario va desde cuestiones generales y básicas, como la certeza de que es imposible andar a través de objetos sólidos, hasta otras más específicas, como la habilidad para montar en bicicleta. Además, el conocimiento ordinario es tan amplio que incluye conocimientos propios de ámbitos distintos: cuestiones naturales, como en el refrán «en abril, aguas mil»; cuestiones de tipo técnico, como el uso de herramientas; de carácter social, como el trato con personas de otras edades; o incluso, de índole moral, como la máxima «nada debe hacerse en exceso».

     El origen y las características de la sabiduría popular, que veremos a continuación, nos permitirán apreciar en qué consiste exactamente. No obstante, podemos avanzar una definición:

     El conocimiento ordinario es un conjunto de creencias más o menos justificables racionalmente, pero en el que, sobre todo, tiene una gran importancia la tradición. Estas creencias pueden ser individuales, como nuestra experiencia personal en el manejo de algún instrumento, o colectivas, como las técnicas de poda usadas en ciertas zonas.

     Gran parte del conocimiento ordinario está implícito en los modos usuales de comportarse que tiene la gente. Por eso, muchas veces, no somos plenamente conscientes de que creencias o prácticas como la costumbre de limpiar los alimentos antes de cocinarlos; el evitar corrientes de aire mientras dormimos... forman parte de nuestro cuerpo de conocimientos. Sin embargo, otras veces las creencias y costumbres que forman lo que llamamos sabiduría popular se verbalizan y expresan mediante el lenguaje. En estos casos, el conocimiento ordinario suele estar contenido en los refranes de una cultura.


Características del Conocimiento Ordinario

     Ya hemos indicado que el conocimiento vulgar se refiere a cuestiones muy variadas, tantas como problemas nos presenta la vida. Puede, además, tener muy distintos orígenes. Las creencias, las técnicas y los hábitos que englobamos bajo la etiqueta de conocimiento ordinario se ha formado de muy diversas maneras:
  • Experiencia Personal. Nosotros mismos hemos «descubierto» muchos de nuestros conocimientos gracias al contacto directo con el entorno; es decir, gracias a la experiencia. Aquí, entendemos experiencia en el doble sentido de práctica y habilidad fruto de la repetición y, también, conocimiento directo y personal de algo.
  • Observación del Entorno. Está muy relacionado con el punto anterior. Precisamente porque observamos y analizamos la realidad, nos damos cuenta de las regularidades que se dan en ella. Sin embargo, esta observación no se reduce al entorno natural; abarca, también, el entorno social. En este sentido, el mecanismo de adquisición de conocimiento más habitual suele ser el aprendizaje por imitación: todos hemos aprendido muchas cosas, como guisar o saludar adecuadamente, porque hemos visto cómo lo hacen otros.
  • Generalizaciones. La observación y la experimentación de un número limitado de hechos y acontecimientos nos permiten ampliar nuestras creencias a un ámbito mucho mayor: el de todos aquellos acontecimientos similares a los observados. Así, convertimos en generales los hechos concretos que hemos observado.
  • Testimonios Fiables. La mayoría de las cosas que sabemos nos han sido contadas por otros. Los miembros jóvenes de una tribu confían en el testimonio de los más ancianos sobre las técnicas de caza o sobre la construcción de cabañas. De igual manera, los niños confían en sus padres y aceptan como conocimientos verdaderos las indicaciones que éstos les dan. Gracias a que confiamos en los testimonios de otros, podemos beneficiarnos de las observaciones y generalizaciones empíricas que ellos han realizado. De este modo, nos ahorramos experimentar y comprobar directamente todo lo que aceptamos como válido.
  • Tradiciones. Es similar al anterior y juega un papel fundamental en el conocimiento ordinario. En su origen, la palabra tradición significa 'transmisión'. Pues bien, la sabiduría popular es la experiencia acumulada por las generaciones pasadas y transmitida a las más jóvenes gracias a las tradiciones. Por ejemplo: buena parte de los oficios se enseñaba de padres a hijos, algo que aún sucede en la agricultura tradicional.
  • Datos Aportados por la Ciencia. Muchos conocimientos científicos se suelen simplificar, popularizar y, por tanto, incorporar al conocimiento ordinario. En nuestras sociedades, este fenómeno es muy corriente debido a que los medios de comunicación ejercen una importante tarea de divulgación. Gracias a ello, casi todos tenemos conocimientos más o menos vagos sobre la herencia genética o sobre el Sistema Solar.
     El conocimiento ordinario, a pesar de la gran diversidad de creencias que contiene, suele caracterizarse por una serie de rasgos que comparten todas ellas. De estos rasgos, destacamos los siguientes:
  • Racionalidad Variable: no acostumbra a ser completamente racional, pues suele limitarse a indicar lo que ocurre, sin especificar por qué ocurre. Además, cuando ofrece explicaciones, éstas suelen ser insuficientes, poco contrastadas y, muchas veces, fantásticas. Así ocurre en consejos, como por ejemplo, no vivir cerca de pantanos porque el aire que se respira está corrompido.
  • Carácter Acrítico: normalmente no reflexionamos acerca de la corrección y validez de los conocimientos que forman la sabiduría popular. Solemos aceptarlos sin más, tal y como los transmite la tradición. Aunque esto puede tener sus ventajas, como es asumir y acumular las experiencias de nuestros antepasados, también tiene inconvenientes: dar por buenos los errores que han cometido generaciones pasadas. Así ocurrió con la creencia falsa, largamente aceptada, de que es malo ducharse cuando se tiene fiebre.
  • Asistematicidad: nuestros conocimientos del sentido común no están relacionados entre sí. A diferencia de lo que ocurre en la ciencia y la Filosofía, que forman un conjunto o sistema interconectado y coherente. En el conocimiento ordinario abundan las inconsistencias y contradicciones. Podemos comprobarlo en refranes que se contradicen mutuamente, como «Más vale pájaro en mano que ciento volando" y «Quien no se embarca no cruza la mar".
  • Dimensión Práctica: el conocimiento ordinario trata principalmente de cómo hemos de actuar. Así pues, la mayor parte de esta clase de conocimiento no se ocupa de cómo son las cosas, sino de las técnicas de construcción y manejo de útiles, así como de las reglas para comportamos de modo adecuado o saludable. Esto puede apreciarse en la mayoría de los refranes: «el que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija", «en boca cerrada no entran mosca"... Este carácter práctico hace que el conocimiento ordinario sea de suma utilidad en la vida cotidiana.

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